Pastelitos Chicotrópicos

Varios frentes abiertos en el capítulo Mad Men, aunque ha sido más bien un episodio de transición en el que no ha pasado nada especialmente importante para la trama; sí para algunos de los personajes, con retornos incluidos.

La Navidad en SCDP iba a ser tranquila, procurando ahorrar dados los apuros económicos de la empresa. Sin embargo, una llamada inesperada, hace que todo cambie. Lee Garner Jr., el cliente más importante de la firma, tiene que ser agasajado como se merece y Roger pide a Joan -coqueteo mediante- que prepare una fiesta por todo lo alto, todo lo contrario a lo que estaba previsto. No será una fiesta muy agradable para Roger, que será prácticamente humillado por su cliente. El jefazo de Lucky Strike, que ya demostró su poder en el pasado haciendo que despidieran a Sal Romano por no seguirle el juego, esta vez se contenta obligando a Roger a disfrazarse de Santa y haciendo que todos los presenten se sienten sobre sus rodillas mientras él (Lee) hace fotos con su nueva Polaroid.

Por otra parte, Freddy vuelve a la empresa. Fue despedido después de que Pete Campbell contara que, justo antes de una reunión y tras agarrarse una buena cogorza, se meara en los pantalones y acabara inconsciente. Sin embargo, ahora ofrece una buena cuenta (Pond's, dos millones de dólares) que le abre la puerta para volver. Peggy, una de las que más sintió su marcha, tiene algunos roces con él que se resuelven sin mayor problema al final del episodio. Ella, además, se plantea qué debe hacer con su nuevo novio, al que está dando largas para terminar en la cama. De hecho él piensa que es una antigua por no querer tema... Ay, si supiera... El caso es que al final acaban acostándose. La carne es débil.

Sally, la hija de Don y Betty, se reencuentra con su vecino Glenn. Éste sabe de su situación y lo que Sally está pasando... Por decirlo de alguna manera, el chico se toma la justicia por su mano, y entra en la todavía casa de los Francis (Don le pidió a su mujer que fuera pensando en marcharse de allí) y, junto con un amigo, se dedica a tirar toda la comida a su alcance. Ponen toda la casa hecha un asco menos la habitación de Sally.

En cuanto a Don, la soledad le puede. Intenta sin éxito meterle ficha a su vecina enfermera. Después cree tener posibilidades con una "instructora" de la cual huye en un principio para evitar hacer un test en el que debe hablar de su pasado/infancia, y Don no es muy dado a esto. Cuando ella, aprovechando la fiesta de Navidad, le recrimina que se haya ido de su presentación, él intenta de nuevo meter ficha y no lo consigue. Pero la fiesta de Navidad le da la oportunidad perfecta: un oportuno "uy, se me han olvidado las llaves". Su secretaria es la que se las lleva y ella no se opone a su jefe. Aunque es un encuentro rápido y el día siguiente es poco esperanzador para la pobre chica porque Don hace como que nada ha pasado. Así eran las cosas...